FORMACIÓN EN LA CONGREGACIÓN
El espíritu de una Congregación depende, en gran manera, de cómo son educadas las formandas, en las cuales debe haber una gran vocación, probada por medio de las virtudes de la humildad, obediencia, caridad, modestia y una gran abnegación. (P. Zegrí, Const. I, n. 83)
NUESTRAS CONSTITUCIONES NOS ORIENTAN:
El carisma, el fin y la misión de la Congregación, han de inspirar todas las etapas de formación. Toda la formación conduce a la configuración con Cristo Redentor, a través de procesos de fe y de vocación. Su finalidad es formar personas capaces de consagrar a Dios consciente y libremente toda su vida, desde la comunidad, al servicio de la Iglesia y de la humanidad, en una entrega total y desinteresada. Una adecuada formación nos ayuda a integrar la espiritualidad propia y el carisma, confiriendo a las hermanas, desde el principio, un sentido de identidad y pertenencia a la Congregación. (Const.92)
La dimensión fuertemente eclesial de la vida religiosa exige que la formación, en todos sus aspectos, se realice en profunda comunión con la Iglesia universal. De esta manera, cada hermana mercedaria podrá vivir su vocación, de modo concreto y eficaz, en la Iglesia local y para la Iglesia local, a la que es enviada según la misión del Instituto. (Const.93)
De una adecuada formación depende la continua renovación de la Congregación. Esta viene detallada en el Plan General de Formación. La aprobación definitiva de dicho Plan corresponde al Gobierno General y el impulso para hacerlo vida, a los gobiernos en todos sus niveles. (Const.94)
Todas tenemos nuestra parte de responsabilidad en la formación, cada una según sus propias funciones. En una comunidad que vive la caridad y la comunión, las jóvenes aprenden por experiencia el valor de la vida fraterna como ámbito de crecimiento y de fidelidad en la vocación. Toda comunidad es en sí misma formadora. (Const. 95)
La Congregación ha hecho una opción por la formación a todos los niveles como camino que acompaña el proceso de la fe y de la vocación de las hermanas y el proyecto histórico congregacional.
Los objetivos fundamentales de la misma son:
SENTIDO DE IDENTIDAD Y PERTENENCIA A LA CONGREGACIÒN.
Consideramos la formación inicial en el ámbito de una formación permanente comprometida, porque la vocación es llamada, pero, también ¡contagio! El modelo formativo es el que emerge del himno de la carta a los Filipenses 2,5 y ss: modelo de la integración, con estas características:
- Multidimensional
- Sistemático
- Procesual
- complejo
- Personalizado
- Comunitario
- Encarnado
Las formandas son los agentes primeros de su propia formación. Mostrarán disponibilidad y docilidad para iniciar y seguir los procesos, acompañadas por sus respectivas formadoras.
Los procesos serán personalizados.
EL AMBITO PRIVILEGIADO DE LA FORMACIÓN EN NUESTRA CONGREGACIÓN ES LA COMUNIDAD.
La capacidad para vivir en comunidad es también un elemento importante en el discernimiento de las vocaciones, de tal manera que una joven que no tenga capacidad para la vida comunitaria no es idónea para nuestro Instituto.
ETAPAS PREVIAS AL NOVICIADO:
Aspirantado: Esta etapa de acompañamiento sistematico de la joven que se siente llamada a vivir la vocación mercedaria, puede ser en aspirantado interno o externo.
Postulantado: Etapa previa de preparación al noviciado. La postulante, orientada por sus formadoras, inicia su proceso de discernimiento de la vocación recibida y adaptación al estilo de vida y misión del Instituto.
Noviciado: Etapa fundamental de la formación para que la joven adquiera una mayor conciencia de la llamada y se inicia en la vida religiosa mercedaria, buscando una creciente identificaciòn con las actitudes y sentimientos de Jesucristo Redentor.
JUNIORADO:
El juniorado es una etapa de profundización y consolidación en la vocación y misión del Instituto: profundización en la fe de la persona ya comprometida en la vida consagrada y orientada a una opción definitiva.
Formación Permanente
Es un proceso continuo de renovación que abarca todas las dimensiones de la persona a lo largo de su vida. Abarca también todas las dimensiones de la comunidad y de la misión. Comporta un compromiso personal y comunitario. (Constituciones 116)
Cada hermana ha de esforzarse en descubrir la necesidad de su propia formación y ser responsable de la misma. Las comunidades tienen una responsabilidad primordial: forman y se forman a partir de la vida, en contacto con la realidad, en la oración, la lectura espiritual, el diálogo y la revisión de vida, que supone el discernimiento espiritual. (Constituciones 117)