Que nuestra vida consagrada, alimentada día a día en la Eucaristía, nos lleve a ser “pan partido para ser comido” por aquellos que esperan de nosotras que llegue hasta ellos la liberación de Dios, la fuerza creadora de una vida nueva, llena de luz y de esperanza.
Con todas la hermanas de la Congregación, mis queridas hermanas, celebro hoy la fiesta de la vida consagrada en la Iglesia. Pido al Señor que acompañe con su luz nuestro deseo de ser “pan partido para ser comido” por todos aquellos que esperan de nosotras una vida consagrada que les haga llegar la liberación de Dios, sus bendiciones y mercedes. Un fuerte abrazo para todas, a la vez que doy gracias a Dios por la consagración de todas las hermanas.
Sor Aurora Calvo y consejo